viernes, 3 de julio de 2009

111 años de la derrota naval de Santiago de Cuba

Hace 111 años que los estadounidenses destrozaron por completo los restos de la escuadra atlántica (o Flota de Ultramar) de la Armada Española que intentaba defender los suministros a las tropas que protegían Cuba durante la Guerra Hispano-Estadounidense de 1898. Dos meses antes, los yanquis habían eliminado en otro ejercicio de tiro a la escuadra pacífica en el combate de Cavite (aquí, la entrada de la Wikipedia sobre este suceso).

Aquella guerra, injusta para España, fue la presentación de la Armada estadounidense ante todo el mundo. Aunque parezca mentira, antes de la batalla de Cavite los ingleses sentían pena por los estadounidenses porque iban a combatir contra una de las mejores armadas del mundo, la española, y creían que no iban a volver al puerto de Hong Kong. Así que los dos resultados de Cavite y de la bahía de Santiago fueron una sorpresa para todo el mundo salvo para los españoles, que sabían que les iban a destrozar. No, no es broma. Nadie pensaba que los estadounidenses pudieran ganar a las escuadras españolas.

Mucho se dice de que la Armada española era ineficaz, pero no es así; el problema era que tenía una mala gestión en suministros y construcción. Era una armada de barcos rápidos muy efectivos y muy considerada internacionalmente para los objetivos que tenía que cumplir. En realidad, los políticos dejaron de lado a la Armada, que en 1870 era la cuarta armada del mundo y estaba casi al nivel de 1805 (en la que se podría considerar la tercera, si no la segunda, detrás de Francia e Inglaterra).

Lo que ocurrió hace 111 años es que el paradigma naval cambió de repente con la aparición del acorazado, que España acababa de construir y estaba construyendo. Y los barcos españoles, utilísimos para cometidos internos, no estaban preparados para un conflicto internacional por la falta de suministros. Quizás dos años después las cosas hubieran podido cambiar y a los americanos les hubiera costado algo más la victoria, ya que los españoles tenían cruceros acorazados de gran nivel en los astilleros y alguno que otro que no se quiso enviar. Los mitos son a veces simplificaciones básicas de lo ocurrido. En este enlace hay un interesantísimo -y larguísimo- debate sobre esta cuestión en el Foro Militar General.

Ejemplo del cambio de paradigma naval del que he hablado se produjo seis años después, en la guerra Ruso-Japonesa, la armada del Zar se encontró con un resultado similar, con su flota pacífica hundida entre el combate de Chemulpo, el resto en Port Arthur y su flota báltica un año después destrozada en la batalla de Tsushima (en una peripecia lamentable, por cierto). Un conflicto ciertamente con un resultado sorpresivo muy similar al Hispano-Estadounidense. Es más que notable que 40 años después las dos flotas vencedoras al inicio del siglo XX (estadounidense y japonesa) fueran las más potentes del mundo y se destrozaran mutuamente en la Segunda Guerra Mundial.

Pérdida de las Colonias
Esa mañana del 3 de julio de 1898 en Santiago de Cuba el almirante en jefe español, Pascual Cervera, intentó salir del puerto cubano protegiendo a las unidades más veloces para que algún barco suyo pudiera escapar. Todo fue inútil. La destrucción fue completa, como podemos ver en esta colección de imágenes de los barcos españoles hundidos en las dos batallas. España perdió Cuba, Guam, Puerto Rico y las Filipinas. Prácticamente sin flota y sin puestos de repostaje y suministro (las islas del Pacífico) no había forma de comunicarse con las guarniciones de infantería y era absurdo mantener esas posesiones.

Aquel día también ocurrió una desgracia similar a la de Churruca y Gravina en Trafalgar casi un siglo antes. Murió Fernando Villaamil, el inventor del destructor, a bordo del barco de la misma clase Furor, que explotó ante el fuego enemigo (este hombre se merece una entrada más amplia en este blog). Más de la mitad de los marinos españoles murieron aquel día, mostrando tal valor que los propios marinos estadounidenses alabaron su profesionalidad y, sobre todo, el cumplimiento del deber. Los españoles caerán derrotados, pero suelen dejar una gran impresión de respeto entre sus enemigos.

De la guerra entre estadounidenses y españoles (aquí unas fotos sobre el conflicto), los resultados fueron claros: la pérdida de las colonias de ultramar salvo Guinea Ecuatorial, la isla de Fernando Poo, el norte de Marruecos y el Sáhara Occidental; y la promoción que le hizo a Teddy Roosevelt la creación de los Rough Riders y su participación en la batalla de las Colinas de San Juan (que fue un desastre para los americanos y es un ejemplo claro de incompetencia militar, aunque vencieran) para conseguir ser presidente de los Estados Unidos de América.

Aquí hay un análisis muy interesante sobre este conflicto, sobre todo porque procede de un norteamericano justo en una página con una versión de los hechos que es necesario leer. Si queréis leer la versión anglosajona de este conflicto en la Wikipedia, pinchad este enlace.

Por último, os dejo un gran reportaje sobre la pérdida de las colonias de ultramar españolas, un enlace a una completísima web sobre el Desastre del 98, una atinada opinión sobre el resultado de la guerra de Cuba y Filipinas, una reseña sobre el libro de Antonio Elorza sobre La Guerra de Cuba (1895-1898), una defensa de la "actuación ejemplar" del almirante Cervera por parte de uno de sus nietos y una página completísima con papeles y documentales sobre la Guerra de Cuba que ha creado la Familia Cervera en honor al gran marino español (la mejor que he visto en años).

¿Qué pensáis vosotros de la guerra de Cuba y Filipinas? ¿Podríamos haber evitado la derrota o lo que ocurrió estaba cantado? Dejad vuestros comentarios sobre esto y alimentad al blog, que se nos muere de hambre últimamente.

4 comentarios:

k1000 dijo...

Buenas! Me ha parecido una entrada excelente y, aunque mis conocimientos bélicos concretos al respecto sean casi nulos, me gustaría dejar un comentario tangencialmente relacionado.
No sé si, de ganar esa guerra (radical ucronía) se hubieran podido mantener las colonias más allá de la oleada descolonizadora PostWWII. Quizás la Guerra Civil nunca nos hubiera azotado, quién sabe.
El caso es que no es nada nuevo. Desde Trafalgar (muy bien hilado este tema con Churruca), y mucho antes, el Español tiene que luchar contra dos enemigos simultáneamente: el declarado y la perenne falta de recursos. Parece que la ausencia de bayonetas siempre nos ha hecho más aguerridos (por el tremendo cabreo, posiblemente).
Y esto, me parece, se extiende a campos como el de la sanidad actual, donde (puedo hablar de primera mano) profesionales como la copa de un pino tienen que armarse hasta el tuétano de vocación para trabajar hasta la extenuación. Hasta se hace apología de las guardias y el no dormir, sólo trabajar... reír por no llorar.
No sé si la guerra, en suma, podría haberse ganado. Desde luego
hubiera sido algo tan desacostumbrado que quizás rápidamente hubiéramos provocado, de nuevo, insconscientemente, esa perdición en la que nadamos tan a gusto.

Saludos.

Strategos dijo...

Estimado K1000, muy acertado tu comentario. Te agradezco las alabanzas.

Y sí, respecto a tu profesión, posiblemente seáis los médicos los que más sufráis la incompetencia de gestión. Y eso, como en la guerra, repercute en el malestar de la población... y eso no debe ser.

Pero bueno, también los españoles creemos que si no somos los números 1 somos pura basura. A veces no hacemos las cosas tan mal. Gracias a Dios están los profesionales como vosotros para cuidar de nuestra salud incluso superando esos problemas de los que me hablas.

Y, al respecto de ello, la flota española nunca dejó de estar entre las diez primeras del mundo (incluso cuando se nos pudría en los puertos tras la guerra contra el francés). Pero solía adolecer de falta de suministros. Cuando tuvimos la preponderancia naval en nuestras rutas (del siglo XVI hasta principios del XIX), hubo momentos en que éramos los mejores (desde 1492 hasta 1642) y si te lees el libro El poderío naval español de David Goodman, te darás cuenta de que la excelencia se define en la guerra por el que es menos inútil es el mejor. Hablaré algún día sobre ese libro por aquí, merece la pena.

Gracias por tu visita y por tu comentario.

Anónimo dijo...

Errata reiterada: no son 211 años sino 111 años.

Strategos dijo...

Razón tienes. Anónimo. Gracias por la corrección (a veces a uno le bailan las cifras y se empeña en las erróneas).

De todas maneras, te agradezco que leas Manu Militari.